Para continuar este camino hacia la descripción del estado de flujo, partiendo desde la anatomía de la conciencia, el siguiente paso es comprender las dinámicas que se desarrollan en la conciencia con la constante integración y representación de información. Ya que es a partir de esta integración que se puede comprender cómo es que la conciencia mantiene el orden, se desordena, o alcanza orden nuevo.
Pero no nos adelantemos, sigamos el orden.
Para empezar, es necesario recordar que es por medio de la atención, de nuestras intenciones y de nuestros hábitos que se obtiene la información del entorno. Dicha información es representada por la conciencia y es con la cual la conciencia forma y construye la realidad.
Podría decirse que la conciencia, con esta constante organización de la información y representación de la realidad, tiene un orden funcional, una organización práctica, que en conjunto con la personalidad (la cual representa la jerarquía de objetivos), me hacen ser quien soy, con todo lo que eso implica.
En su obra el Dr. Csikszentmihalyi no utiliza este término de orden o estado funcional de conciencia, pero yo sí lo empleo con el objetivo de simplificar la teoría y hacer más amena la lectura. Lo importante es reconocer que este estado funcional de la conciencia existe. E igual de importante es aclarar que cada quien tiene su conciencia ordenada a su manera. La conciencia de cada quien tiene su propio estado funcional.
Dado lo anterior, utilizaré este estado funcional como el punto base para desarrollar el objetivo de esta entrada y explicar qué fenómenos se suscitan en la conciencia y qué pasa con la energía psíquica (la atención) cuando diferentes tipos de información se integran y son representados por la conciencia.
Esta entrada servirá de introducción para describir de forma superficial los tres estados de conciencia que existen y que ya mencioné al principio del texto. Será hasta la siguiente entrada cuando profundice más en el desorden de la conciencia y sus consecuencias, y, en una entrada posterior, los invitaré a enfocar su atención en el nuevo orden, llamado también el estado de flujo.
Antes de comenzar con la descripción, cabe aclarar que no hay una secuencia o grado de importancia entre los tres estados de conciencia que estoy por describir. Recurro solamente a esta diferenciación y secuencia para ser más concreto y práctico.
Los 3 estados de conciencia
El primero de estos estados es el que ya mencioné como orden funcional o estado funcional, es decir cuando la información se adquiere para seguir con mis hábitos, satisfacer mis intenciones y alcanzar mis objetivos. Dicho de otra manera, la información se integra, incorpora y “acomoda” en mi conciencia para mantener este orden, de tal forma que yo pueda realizar y seguir con mis actividades sin alterar mi personalidad, mis objetivos o mis intenciones. La información que se incorpora del entorno está alineada con el orden preestablecido y funcional de la conciencia.
Pongo un ejemplo.
Supongamos que tengo el objetivo de salir a correr para hacer ejercicio. Y la intención es realizar esta actividad en el vecindario en el que vivo, recorriendo una ruta conocida para llegar a cierto punto y regresar por el mismo camino. Dado que la ruta es conocida, sé de antemano la dirección de las calles, e incluso conozco los posibles riesgos a los que debo atender para no modificar el recorrido y no ponerme en peligro. Incluso tengo una expectativa del resultado.
Según lo planeado y esperado, en el tiempo que tenía considerado, cumplo mi objetivo y hago ejercicio recorriendo la ruta sin contratiempos y sin ningún problema.
Para este caso, la conciencia se ha mantenido en orden. La información que iba integrando a la conciencia sobre la ruta y el recorrido, así como la información que mi cuerpo me proporcionó (por ejemplo nivel de cansancio, ritmo de respiración, temperatura del ambiente, etc.) era información alineada con mi personalidad y con mis objetivos. Todo sucedió como lo esperaba y conservé el orden en la conciencia.
Ahora pasemos al estado número dos, en el que la conciencia puede llegar a desordenarse.
Este segundo estado surge cuando la información que se recibe del entorno no es congruente con la personalidad, ni con los objetivos e intenciones, ocasionando desorganización en la información, el desvío de la energía psíquica, y el desorden en la conciencia.
Esta nueva información del entorno no apoya ni soporta quién soy (la personalidad) o quién quiero ser (los objetivos). Y en este sentido, según sea el grado de incongruencia de la información con respecto a la personalidad, será el grado de desorden en la conciencia y el grado en que se afecte el enfoque, uso y consumo de la energía psíquica. (Más sobre el grado de desorden y uso de la energía psíquica en la siguiente entrada.)
Utilizo de nueva cuenta el ejemplo de salir a trotar para ilustrar un caso típico de desorden en la conciencia.
El objetivo y expectativas son las mismas, trotar para hacer ejercicio, en un ruta conocida con un tiempo esperado. Tras haber empezado a trotar, mi atención está quizá enfocada en mi ritmo de respiración, el sentimiento de esfuerzo, la sensación de cansancio, entre otros. Sólo como aclaración, y como ya se ha explicado, este enfoque y uso de la atención será diferente en cada persona. El hecho es que, en el relato de este ejemplo, hasta el momento, en lo que va del recorrido, la información y los fenómenos que se han presentado están alineados y son congruentes con mis objetivos, intenciones y hábitos. Me siento bien, mi conciencia está en orden. ¿Me siguen? OK.
Sin embargo, al doblar la esquina en la siguiente calle de la ruta planeada, de manera repentina e inesperada, escucho el correr agitado y los ladridos de un perro. Hay una incongruencia en la información y lo que parece ser una amenaza que podría provocarme daño (o al menos así se representa en mi conciencia).
¿Qué sucede entonces en mi conciencia con esta nueva información de un suceso inesperado?
Con esta nueva información, inesperada e incongruente con mi personalidad, los objetivos iniciales se ignoran, las intenciones cambian. La conciencia se desordena y junto con este desorden, se desvía también la energía psíquica, porque la atención tiene que enfocarse ahora en un nuevo y urgente objetivo: recuperar el orden en la conciencia.
Quizá no hay peligro ni una amenaza real, pero lo inesperado e incongruente de la información ya desordenó la conciencia y afectó el uso que hago de la energía psíquica.
No será hasta que logre enfocar bien la energía psíquica, ubicar la amenaza y reconocer el verdadero peligro o riesgo, cuando podré volver a ordenar la conciencia. Quizá el perro está encerrado o lleva una correa. Quizá sólo quiere jugar. Quizá sea un perro tan pequeño para el cual yo represento un peligro y afecto su “orden” perruno.
Pero mientras que yo no tenga certeza en esta información, y mi conciencia no logre ordenar y acomodar la información nueva, inesperada, e incongruente, es que podré recuperar en mi conciencia el orden anterior y volver a enfocarme en el ejercicio.
Aunque en la siguiente entrada se profundizará sobre el desorden de la conciencia, considero necesario aclarar que la información incongruente representa una amenaza para la personalidad y todo lo que ésta representa. Cuando no hay incongruencia, no hay amenaza.
De acuerdo al Dr. Csikszentmihalyi (o Dr. C. como se le conoce aquí en el blog de la Experiencia Óptima), en su obra “Fluir”, independientemente del fenómeno o suceso, la información que no se alinea con el orden de la conciencia, será interpretada como una amenaza. Pero ya les explicaré más adelante sobre estas amenazas y lo que implican para la conciencia, la personalidad, y la energía psíquica.
Y finalmente, llegamos al estado de conciencia número tres.
En palabras del Dr. C., el tercer estado de conciencia es “cuando la información que llega a la conciencia es congruente con nuestras metas” (Csikszentmihalyi, 1996, pg. 68).
En este caso, la información retroalimenta el orden y la organización de la conciencia, soporta sus componentes, y refuerza la personalidad y sus objetivos. Cuando se logra esta congruencia es cuando tenemos la oportunidad de fluir y vivir una experiencia óptima.
No nos precipitemos, ya que será más adelante cuando describa los detalles y características específicas de este estado.
Utilizo de nueva cuenta el ejemplo de salir a trotar para hacer ejercicio y así ilustrar lo que pasa cuando se presenta este nuevo orden. En este escenario, la nueva información congruente, que soporta la personalidad y sus objetivos podría ser la ausencia de tráfico o la ausencia de peligros en la ruta que me permiten estar enfocado con mi energía psíquica liberada. O quizá, podría ser que alcancé un ritmo deseado para mejorar mi tiempo y lograr un nuevo objetivo. A lo mejor encontré elementos en el paisaje (como cuando entro a un parque lleno de árboles y naturaleza) que suman detalles agradables a la experiencia de hacer ejercicio.
La nueva información genera un nuevo orden de conciencia y una sensación de satisfacción, bienestar y crecimiento como consecuencia de la retroalimentación positiva de la personalidad y sus objetivos.
¿Hace esto sentido en la organización y orden de tu conciencia? Si no es así, comparte tus razones en los comentarios.
Me detengo aquí. Mi intención es por lo pronto hacer esta introducción que facilite y apoye las explicaciones que haré más adelante sobre el desorden y el nuevo orden de la conciencia. Es decir, la explicación de los fenómenos que surgen cuando la información es incongruente o congruente, respectivamente, con los componentes de la conciencia.
En lo sucesivo y desde esta perspectiva de orden y desorden, podremos apreciar el comportamiento y actividad de la energía psíquica cuando nuestros objetivos y nuestra personalidad se ven amenazados, o al contrario, cuando la información los retroalimenta y fortalece.
De esta manera, en la siguiente entrada se analizarán los fenómenos del desorden de la conciencia. Y después, en una entrada subsecuente, con base en todos los componentes, procesos y dinámicas de la conciencia que hasta este momento han sido descritos, explicaré la manera en que se logra el nuevo orden en la conciencia, se alcanza el estado de flujo y se vive una experiencia óptima.